jueves, 14 de febrero de 2019

“Es amigo mío aquel que me socorre, no el que me compadece”. Thomas Fuller (1608-1661) Predicador, historiador y escritor inglés.


La amistad es una relación e interacción que nos permite demostrar quién y qué somos.  Debidamente entendida nos reafirma como seres humanos, aunque ha sido mal interpretada por muchos. Tal cual la mayoría de las relaciones entre personas, las dificultades ponen a prueba la amistad, tal vez por ello,  el fabulista griego Esopo refería que “Los verdaderos amigos se encuentran en las desgracias”.

Es muy fácil confundir cualquier otra cosa con amistad en los tiempos prósperos. El revolucionario ruso Gueorgui Plejánov decía que un “Amigo verdadero es el amigo de las horas difíciles”, porque en los buenos tiempos sobran “amistades”. En ese mismo orden de ideas, el escritor italiano Carlo Dossi consideraba que “El falso amigo es como la sombra que nos sigue mientras dura el sol”.
Saber escoger amigos es vital para nuestra salud emocional, espiritual y económica, porque ellos pueden impactarnos positiva o negativamente en muchos aspectos. Durante la adolescencia la amistad puede dejar huella permanente en nuestra vida de adultos. El médico español y Premio Nobel de Medicina (1906) Santiago Ramón y Cajal, recomendaba apartarnos  progresivamente, sin rupturas violentas, del amigo para quien representamos un medio en vez de ser un fin.

En la verdadera amistad debe existir compromiso para crecer y desarrollarse juntos. Sin considerar a la perniciosa envidia, que no debe tener cabida en una verdadera amistad, es realidad que “La amistad disminuye cuando hay demasiada felicidad de una parte y demasiada desgracia de la otra”, expresaba la escritora rumana Isabel de Rumania. Un amigo debe preocuparse y ocuparse para que sus amigos puedan avanzar, crecer y progresar, tal cual él lo ha logrado, no dándoles la espalda en sus momentos de triunfo.

La amistad debe permitir compartir sueños, experiencias, conocimientos, recursos, y más. Un amigo no anula a sus amigos, sino por el contrario, los impulsa, potencia y proyecta.  Las inquietudes y problemas de mis amigos deben ser parte de los míos.

Un amigo debe aceptar la disidencia o discrepancia de sus amigos, sin pretender que éstos le sigan y acepten todo, de manera incondicional. El activista político, ex presidente Sudafricano y Premio Nobel de la Paz, Nelson Mandela, planteaba “Me gustan los amigos que tienen pensamientos independientes, porque suelen hacerte ver los problemas desde todos los ángulos”.

Otra de las características de la amistad la definió muy acertadamente el escritor griego Plutarco, cuando afirmó que “La amistad es animal de compañía, no de rebaño”. El filósofo Aristóteles, por su parte,  refirió “El que es amigo de todos no es, en realidad, amigo de nadie”.  

En el mundo actual la tecnología y la virtualidad nos ha llenado de “amigos” virtuales, perdiéndose el contacto y la interacción personal, lo cual ha producido un daño profundo a la amistad en el sentido humano.

Para ser auténticos amigos, requerimos ser consecuentes y comprometidos con nuestros amigos, apoyándoles en sus sueños y proyectos, compartir los buenos momentos y permaneciendo a su lado en los que no son tanto. Amistad divino tesoro.

Miguel A. Terán
Blog: http://miguelterancoach.blogspot.com
Web: www.lidervoice.com
Twitter: @MiguelATeranO

 Nota: imagen extraída de la web
 Si te ha gustado, COMPARTE.


“Sueña, vive, reflexiona, aprende, ayuda y ora”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario