La
amistad es una relación e interacción que nos permite demostrar quién y qué
somos. Debidamente entendida nos reafirma como seres humanos, aunque ha
sido mal interpretada por muchos. Tal cual la mayoría de las relaciones entre
personas, las dificultades ponen a prueba la amistad, tal vez por ello,
el fabulista griego Esopo refería que “Los verdaderos amigos se encuentran en
las desgracias”.
Es muy fácil
confundir cualquier otra cosa con amistad en los tiempos prósperos. El
revolucionario ruso Gueorgui Plejánov decía que un “Amigo verdadero es el amigo
de las horas difíciles”, porque en los buenos tiempos sobran “amistades”. En
ese mismo orden de ideas, el escritor italiano Carlo Dossi consideraba que “El falso amigo es como la sombra que nos
sigue mientras dura el sol”.
Saber escoger
amigos es vital para nuestra salud emocional, espiritual y económica, porque
ellos pueden impactarnos positiva o negativamente en muchos aspectos. Durante
la adolescencia la amistad puede dejar huella permanente en nuestra vida de
adultos. El médico español y Premio Nobel de Medicina (1906) Santiago Ramón y
Cajal, recomendaba apartarnos progresivamente, sin rupturas violentas,
del amigo para quien representamos un medio en vez de ser un fin.
En la
verdadera amistad debe existir compromiso para crecer y desarrollarse juntos.
Sin considerar a la perniciosa envidia, que no debe tener cabida en una
verdadera amistad, es realidad que “La amistad disminuye cuando hay demasiada
felicidad de una parte y demasiada desgracia de la otra”, expresaba la
escritora rumana Isabel de Rumania. Un amigo debe preocuparse y ocuparse para
que sus amigos puedan avanzar, crecer y progresar, tal cual él lo ha logrado,
no dándoles la espalda en sus momentos de triunfo.
La amistad
debe permitir compartir sueños, experiencias, conocimientos, recursos, y más.
Un amigo no anula a sus amigos, sino por el contrario, los impulsa, potencia y
proyecta. Las inquietudes y problemas de mis amigos deben ser parte de
los míos.
Un amigo debe
aceptar la disidencia o discrepancia de sus amigos, sin pretender que éstos le
sigan y acepten todo, de manera incondicional. El activista político, ex
presidente Sudafricano y Premio Nobel de la Paz, Nelson Mandela, planteaba “Me gustan los amigos que tienen pensamientos
independientes, porque suelen hacerte ver los problemas desde todos los
ángulos”.
Otra de las
características de la amistad la definió muy acertadamente el escritor griego
Plutarco, cuando afirmó que “La amistad es animal de compañía, no de rebaño”.
El filósofo Aristóteles, por su parte, refirió “El que es amigo de todos
no es, en realidad, amigo de nadie”.
En el mundo
actual la tecnología y la virtualidad nos ha llenado de “amigos” virtuales,
perdiéndose el contacto y la interacción personal, lo cual ha producido un daño
profundo a la amistad en el sentido humano.
Para ser
auténticos amigos, requerimos ser consecuentes y comprometidos con nuestros
amigos, apoyándoles en sus sueños y proyectos, compartir los buenos momentos y
permaneciendo a su lado en los que no son tanto. Amistad divino tesoro.
Miguel A.
Terán
Twitter:
@MiguelATeranO
Nota:
imagen extraída de la web
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“Sueña, vive,
reflexiona, aprende, ayuda y ora”.
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