sábado, 21 de junio de 2014

RELACIONES DE SUPERVISIÓN

  - NECESIDAD DE UN ENFOQUE SISTÉMICO -

Cuando la actividad laboral o de trabajo permite satisfacer necesidades, no solo económicas sino profesionales y  personales; paralelamente, se incrementa en  los trabajadores, empleados o colaboradores,   el nivel de motivación y compromiso para con la empresa y con la actividad que realizan, lo que se refleja en un ambiente laboral que propicia mayor productividad y mejores resultados.

Quienes tenemos la responsabilidad de supervisar debemos entender a esos colaboradores desde un punto de vista sistémico. ¿Qué significa esto? Simplemente, que los seres humanos  son un sistema complejo con necesidades de diferente índole, físicas, psicológicas, emocionales y espirituales, que deben ser satisfechas de manera armónica y equilibrada para poder llegar a crecer como personas y seres humanos, condición previa y necesaria para un auténtico, armónico y equilibrado crecimiento profesional y gerencial.

Es importante aclarar, que es literalmente imposible alcanzar un genuino y auténtico crecimiento profesional y gerencial, si antes y en paralelo, no hemos logrado desarrollarnos primeramente como personas y seres humanos.

Lo expresado en el párrafo anterior no significa que alguien, en particular,  no pueda haber progresado y asumido nuevas responsabilidades sin la debida madurez personal y humana, simplemente significa que más temprano que tarde esas limitaciones y carencias en lo personal, humano y social –si no son superadas- afectarán o limitarán las perspectivas y conciencia de los roles que debemos jugar, de la sensibilidad requerida para interactuar con otros, del sano equilibrio en nuestras decisiones y acciones, del entendimiento acerca de los diferentes roles de cada individuo, de la firmeza de valores y principios, etcétera.

Innumerables investigaciones han demostrado el importante rol del supervisor en la satisfacción de las necesidades de sus colaboradores. Es clave comprender que el  trabajo puede ser fuente de crecimiento o anulación; y en manos de quien supervisa inadecuadamente, pueden diluirse muchos potenciales y otros tantos sueños, de sus supervisados. Las palabras de un supervisor pueden construir o destruir, como lo hace el lenguaje en cualquiera otro ambiente, con la diferencia que en una relación de trabajo existe la jerarquía y su influencia.

El trato justo y equitativo para con los supervisados, la palabra de estímulo en el lugar y momento indicado, la sensibilidad y compromiso para entender  sus problemas personales y  orientarle más allá de lo puramente laboral, solo será posible si  concebimos al ser humano desde una perspectiva sistémica.  En otras palabras,  es vital para quienes tiene la responsabilidad de dirigir personas, comprender éstas no son solo recursos, sino también personas y sobre todo seres humanos.

Solo al definir, compartir, alinear y poner en práctica  los principios y valores que guiarán a  la empresa, así como a sus equipos de trabajo y colaboradores, será viable  lograr mayores niveles de compromiso y la consecuente productividad.  El verdadero poder de quien dirige no debe sustentarse o basarse en las alternativas de control y jerarquía de que éste dispone, sino por el contrario en su capacidad para desarrollar compromiso y confianza en  su gente,  cuyo requisito previo es  dedicar el necesario tiempo para madurar la relación con los miembros de nuestros equipo de trabajo,  lo que permitirá a las partes involucradas y a la organización alcanzar las metas propuestas, para beneficio de todos.

Temas de Liderazgo y Gerencia

Miguel A. Terán

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