martes, 6 de mayo de 2014

EL HÁBITO DE COLECCIONAR LECTURAS Y LIBROS

EL HÁBITO DE COLECCIONAR LECTURAS Y LIBROS

Miguel A. Terán

Las librerías, tanto las reales como las virtuales, tienen un cliente consecuente y activo, que es parte importante del negocio de vender libros. Lo triste es que este cliente es un comprador, en algunos casos comprador compulsivo de libros,  pero no es un lector. Ese personaje nos rodea por todos lados. En las casas del pasado y en algunas de ahora,  la biblioteca fue y ha sido parte de la decoración, para darle el toque académico e intelectual.
Hay quienes compran libros por razón de estar de moda o en la moda, tal cual compran carteras, zapatos y de todo, para estar alineados con la novedad y no correr el riesgo de quedar o pasar como ignorante; pero la verdad, es que muchos solo tienen apenas destellos del libro, luego de una superficial lectura - considerada suficiente - para impresionar como una muestra de conocimiento e intelectualidad, que pareciera ser el real objetivo.
En uno de sus libros expresa el genial filósofo español Fernando Savater que “La cultura hoy tiene sentido comercial e ingresa en los grupos que la consumen si es “nueva” […] Buda se desdibuja en anécdotas triviales, pero triunfa el gurú de turno que encanta a señoras y hombres que ven en sus palabras, aderezadas por el marketing una oportunidad para encontrar un nuevo camino en sus vidas o, por lo menos, algo para comentar con sus amigos”. 1
El escritor argentino Jorge Luis Borges, uno de los más destacados escritores de la literatura del siglo XX, con la acostumbrada irreverencia de sus palabras, dijo una vez: “En mi tiempo no habían Best Sellers y no podíamos prostituirnos. No había quien comprara nuestra prostitución”.
La lectura de titulares se ha convertido en un hábito peligroso de desinformación. La razón de su peligrosidad consiste en que sería preferible no leer nada que tener una idea equivocada del mensaje, por lo incompleto, mal redactado o interpretativo del mismo. En muchas oportunidades, revisar con detalle un artículo de prensa, nos lleva a la conclusión que el titular del referido artículo no tenía nada que ver con el contenido.
Recuerdo el famoso cuento de Jaimito (ese personaje gracioso con diferentes nombres en cada país, entre ellos Pepito, Benito.) a quien le hicieron una sola pregunta en un examen de biología sobre “El Elefante”, pero por flojera, él únicamente había estudiado “La Lombriz”, a lo cual comenzó respondiendo: “El Elefante es un animal grandote que tiene unas orejotas y una trompa que se parece a una lombriz. La lombriz es una animalito….” Y allí comenzó a responder lo que había estudiado de la lombriz.
Twitter exige o limita el mensaje a un determinado número de caracteres, lo cual satisface esa necesidad de píldoras informativas, de lectura urgente que desea la gente hoy, vaya usted a saber que se interpreta después, que se asume y que se hace con esa “información”.
Hasta donde esta lectura pragmática, utilitaria y sin convicción extinguirá la capacidad de leer, reflexionar e interpretar con profundidad y hasta qué punto a pensar y expresar nuestra emociones de manera práctica, resumida y superficial.
El mismo escritor Jorge Luis Borges, decía que él no era por lo había escrito, sino por lo que había leído. En muchas ocasiones, nos decía el pensador estadounidense Ralph Waldo Emerson, que la lectura de un libro ha hecho la fortuna de una persona, decidiendo el curso de su vida.
Los artículos que recibimos por diferentes vías, en la web, revistas, periódicos,  también son coleccionados, al igual que los libros,  para un más tarde que no llega nunca. Esa falta de hábito de lectura y de brindarnos la oportunidad de conocer - a través de ella -  otras perspectivas de vida, podría ser la diferencia para lograr el cambio que andamos buscando, sin saber dónde conseguirlo. 
Por ello, podemos afirmar que disponemos de un océano de información y conocimiento, en las lecturas que tenemos a nuestro lado o a un simple click, pero corremos el riesgo de naufragar y ahogarnos en la ignorancia.
Mayo, 2014.
1  Savater, Fernando (2007). Los Siete Pecados Capitales. Editorial Random House Mondadori, Ltda. Bogota, DC. Pags. 132-133

1 comentario:

  1. Saludos, excelente articulo!; el desarrollo de las competencias digitales en todo ciudadano cualquiera sea su edad, es importante para el contexto comunicacional e informacional en el que nos desenvolvemos hoy en día.

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