martes, 28 de mayo de 2024

«Sino tienes paz en tu vida, no te califiques como una persona de éxito». Miguel A. Terán

Artículo publicado en Los Tiempos Newspaper -Miami Florida. Edición de Mayo-Junio 2024
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Sin entrar en interpretaciones apegadas al tema religioso, ya que no es el objetivo de este artículo, recuerdo en un domingo de misa escuchar “La Paz del Señor esté siempre contigo”; lo había escuchado innumerables veces en mi vida, pero ese día algo ocurrió y me surgió la pregunta ¿Por qué desear solo la paz? ¿Por qué no desear el éxito, la fama, la fortuna, el bienestar, la felicidad y muchas otras cosas materiales y tangibles?


Y allí comenzó mi interés y motivación para tratar de comprender desde una perspectiva más amplia el tema de la paz, preguntándome nuevamente ¿Qué había de sabiduría divina en ese deseo de paz? Inicié por reconocer que, en la agitada y estresada vida de hoy, la falta de sentido en mucho de lo que hacemos, las incertidumbres acerca de los tiempos por venir e innumerables angustias más nos impiden vivir en paz. Parece que el pasado siempre será criticable y el futuro siempre será angustiante; y ello, afecta nuestra paz. 

Tenemos nuestra mente más en el futuro que en el presente. Cuando andamos en la continua búsqueda de “algo más”, ese “algo” que creemos nos falta -y que no tenemos claramente definido- para completar nuestra felicidad. El éxito, tan de moda, tan impreciso y afanosamente buscado en estos tiempos, se convierte en uno de los deseos y apegos que más puede esclavizarnos, porque siempre corremos el riesgo de querer “un poquito más”. «La avaricia y la paz se excluyen mutuamente», fueron palabras del filósofo alemán Erich Fromm.  La paz nos será esquiva mientras transitamos errantes y erráticos en esa interminable búsqueda de un algo impreciso. 

Un concepto de esa paz personal, definida en el diccionario, hace la siguiente referencia, reconociéndolo como una “Condición de quien no está perturbado por ningún conflicto o inquietud”. El brillante escritor uruguayo Eduardo Galeano, lo describía de la siguiente manera: "Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo: unos no duermen por la ansiedad de tener las cosas que no tienen, y otros no duermen por el pánico de perder las cosas que tienen". Perderemos la paz al estar más preocupados por obtener esas cosas, acumularlas y atesorarlas, junto a la angustia y temor de perderlas, pero alejados de la idea de disfrutarlas.


La acumulación sin disfrute se debe a que no tenemos tiempo de hacerlo, porque estamos ocupados buscando más y más, mientras vamos cayendo en la trampa de la búsqueda sin fin, todo ello nos hurta el tesoro de la paz. "La grama del vecino siempre la vemos más verde". «La felicidad es una estación de parada en el camino entre lo demasiado y lo muy poco», expresaba el novelista estadounidense, Channing Pollock. El “Camino Medio” de la sabiduría budista lo deja muy claro, la solución no está en los extremos.

‏El fallecido actor estadounidense Robin Williams, lo describió con las siguientes palabras:  "La cocaína es la manera que tiene Dios de decirte que estás ganando demasiado dinero". La falta de sentido y la paz perdida resultado de una vida llena de “éxitos”, lleva a muchos a tratar de reencontrar el camino o rumbo de sus vidas en drogas, alcohol, consumismo, y otros vicios y dependencias, pero sin llegar a encontrar el sentido deseado ni la paz, porque no los tienen claramente definidos, no saben lo que están buscando y los buscan fuera de sí mismos.

Definitivamente, una condición indispensable para la paz es aprender a escoger nuestras batallas, porque como acertadamente alguien lo expresó: “A veces tener paz es mejor que tener razón”. Existen personas que se siente orgullosos de calificarse como «Guerreros», sin reconocer que en muchas oportunidades la primera víctima de un guerrero es quien así se califica o define, al respecto un autor anónimo nos decía "Si te declaras guerrero, prepárate para no tener paz".

Una maldición gitana desea “Que la vida te dé muchas batallas y que las ganes todas”, cualquiera se preguntaría ¿Por qué una maldición?, si estamos ganando todas las batallas; pero, en realidad, serias el guerrero mencionado en el párrafo anterior, un pobre individuo que pasará la vida de batalla en batalla, sin realmente vivirla y sin conocer la paz.

Un sabio consejo nos recuerda que “Más vale un mal arreglo que un buen pleito”, ya que el precio que pagamos al involucrarnos en un pleito o disputa, más allá de dinero o de lo material, es lo que perdemos durante ese tiempo sin paz. No quiero decir que no tomemos ninguna batalla en la vida, si debemos asumir algunas, las necesarias, pero siempre es importante preguntarnos, antes de involucrarnos: ¿Es una batalla necesaria? Además, la condición es que esa batalla sea limitada en el tiempo. En otras palabras, que no nos robe por mucho tiempo nuestra paz. 

Lo que poseemos nos posee, dice el filósofo español Fernando Savater, lo cual representa una esclavitud silente, sin cadenas, pero siempre presente, una esclavitud escogida por nosotros mismos. La recordada actriz Elizabeth Taylor comentó en una oportunidad, con motivo de un robo de unas joyas del cual había sido víctima, que ella no acostumbraba a llorar por nada ni por nadie que no lloraría por ella. De hecho, las joyas no lo harían. Esa era una clara demostración de que ella poseía esas joyas y no eran las joyas quienes la poseían a ella, su paz le pertenecía a ella, no estaba en manos de sus joyas.  

Las injusticias y desequilibrios, personales o sociales, siempre atentarán contra la paz, porque no son sostenibles en el tiempo. En muchas oportunidades la paz está atada con una débil tela de araña, al más mínimo evento se acaba. Otras veces, esa paz está montada o cimentada sobre algunas mentiras, costumbres o paradigmas que no podrán perdurar por siempre. Y, nos sorprende cuando algo que parecía "perfecto" se desmorona porque sus bases eran -literalmente- de barro. Cuando nuestra paz la colocamos o basamos sobre cimientos materiales siempre tendrá el riesgo de desmoronarse.

Otro aspecto que debemos cuidar en esa incesante búsqueda del éxito y el riesgo de perder nuestra paz, lo expresó de manera genial el autor y orador motivacional estadounidense Jim Rohn, cuando nos decía que “La pregunta más importante en las diferentes etapas de nuestra vida, no es ¿Qué estoy consiguiendo?, sino ¿En qué me estoy convirtiendo?”. Debemos esforzarnos por convertirnos en alguien que nos gustaría llegar a ser, ese alguien que fue parte de nuestro plan y sueño original cuando salimos a transitar por la vida en búsqueda del éxito, ese alguien que siembre y coseche paz.

Es realidad la contundente afirmación el pensador Mahatma Gandhi, cuando dijo: "La persona que no está en paz consigo misma, será una persona en guerra con el mundo entero". Es común escuchar a muchas personas expresar quejas acerca de la falta de paz en el mundo, sin reconocer su propia carencia de paz interior, que perturba -en muchos casos- el mundo donde esa persona se desenvuelve. Individuos sin paz en sus mentes y corazones, en diferentes lugares y ocupaciones, lo único que transpiran es su espíritu de batallar; por lo cual, andan en permanente guerra, viendo enemigos en todos los lugares.

El escritor y pedagogo Christopher Clouder afirmaba que “Estamos creando un entorno competitivo para los niños desde bien pequeños, cuando para ellos lo natural es cooperar en vez de competir. Es una lástima que la obsesión del sistema sea convertir a los niños en unidades económicamente operativas, en el menor tiempo posible. Eso va contra su derecho a desarrollarse como personas”, porque no estamos sembrando en ellos el concepto de paz, necesario y vital para vivir en sociedades humanas.

Lo cierto es que la paz solo podemos lograrla en tiempo presente, porque será imposible estar ni vivir en paz cuando continuamente, nos reprochamos el pasado o nos angustia el futuro. Cuando perdemos la paz, su lugar generalmente lo ocupa el miedo. El miedo -sin lugar a duda- perturba nuestra paz interior, porque nos hace percibir reales o imaginarias amenazas a nuestra riqueza, poder, salud y a nuestro nivel de comodidad, llevándonos a batallar continua y permanentemente para no perderles.

Una vez que tenemos miedo ya no nos sentimos en paz, ese miedo nos robó la paz. “Si quieres controlar a alguien, todo lo que tienes que hacer es hacerle sentir miedo”, afirma el reconocido autor brasileño Paulo Coelho. Mientras, la periodista y locutora de radio estadounidense Dorothy Thompson, afirmaba que “Luchar contra el miedo es toda una epopeya. Solo cuando no tenemos más miedo es que comenzamos a vivir”.

Muchas cosas en la vida las valoramos, casi exclusivamente, cuando se pierden y una de ellas es la paz. Cuando hay paz la damos por hecho, al igual que cuando tenemos salud, allí está y creemos no sentirla, porque lo que sentimos es la enfermedad. Es vital que comprendamos que la paz interior es nuestro más valioso tesoro y que perderla es perderlo todo. "Si pierde su riqueza, no ha perdido nada; si pierde su salud, habrá perdido bastante; pero si pierde su paz interior, lo habrá perdido todo", afirma un milenario Pensamiento Oriental. Nuestra paz no debe ser negociable.

“La paz esté con todos nosotros”. 

Este artículo fue escrito por el autor sin uso ni apoyo de Inteligencia Artificial (IA)


4 comentarios:

  1. Miguel, muchas gracias por este articulo sobre la paz interior. Una reflexión que nos da cuenta que lo básico es pensar en aquello que nos da PAZ, vivir en el aquí y ahora.

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    1. Gracias Marcella. Me alegra que haya sido de tu agrado este escrito. Muy gentil de tu parte tomar el tiempo para comentar. Saludos.

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  2. Muy Agradecido por su Magistral Artículo ¡Maravilloso!. Que Magnifica esas palabras Milenarias “La Paz del Señor esté siempre contigo”

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    1. Gracias. Muy gentil su comentario. Me alegra que haya sido de su agrado. Por favor compártalo con quien usted considere le pueda ser de interés y utilidad.

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