jueves, 2 de julio de 2020

"Escucha los susurros y nunca tendrás que escuchar los gritos". Autor Anónimo.


La comunicación es vital para las buenas relaciones. Uno de los aspectos más complejos de la comunicación es saber escuchar. Muchas veces cuando habla otra persona podemos estar escuchándonos a nosotros mismos. En muchos otros casos, estamos más preocupados por responder que por escuchar. Si nuestra voz es la protagonista, las voces de los demás apenas son susurros o murmullos casi imperceptibles.

Para escuchar debemos abrir no solo nuestros oídos, sino nuestras mentes y corazones. Al vivir en un mundo saturado de información, es una realidad que se nos escapan los susurros.  Al escuchar podemos realmente entender a quién nos habla y dar respuestas o argumentos acordes a sus preguntas, planteamientos, dudas e inquietudes.

No obstante, muchos quieren hablar y pocos quieren escuchar. Una queja común es no sentirnos escuchados, ni por la pareja, los padres, los amigos, ni menos por los políticos. Escuchar debe acompañarse de preguntas para entender y comprender mejor lo que ha tratado de expresar la otra persona. Cuando no hacemos preguntas quedan espacios de duda en lo escuchado, que usualmente llenamos con interpretaciones y especulaciones, lo cual nos lleva a diluirnos o perdernos en múltiples hipótesis sin base real

Pretender escuchar estando distraído, lleno de emociones o a la defensiva no produce ningún resultado positivo para las relaciones. Debemos tener disposición e interés al escuchar, pero sobre todo estar presente, no solo físicamente presente, sino con nuestra mente, corazón y espíritu.

Cuando no escuchamos con la atención requerida para entender otro punto de vista, esos vacíos nos llevan a crear nuestra propia historia. Lo ideal es escuchar desde una perspectiva neutral, para realmente tratar de entender con la mente y el corazón abiertos. Nos decía Martin Luther King que la verdad aumentará en la medida que sepas escuchar la verdad de los otros.

Otros, que ya creen saberlas todas, están llenos de orgullo, por lo cual no aceptan nada nuevo. Por el contrario, al escuchar nos brindamos la oportunidad de conocer diferentes puntos de vista o perspectivas. Cuando nuestros argumentos se alejan y se crea un vacío entre quienes hablan, aparecen los gritos. El Premio Nobel de la Paz (1984) Desmond Tutu mencionaba que su padre decía: «No levantes tu voz, mejora tu argumento».

El respeto nos exige saber escuchar. No es lo mismo oír que escuchar. Debemos aprender a escuchar, no solo lo que queremos escuchar, sino también lo susurros o murmullos. La paradoja de la tecnología, hoy presente en nuestra vida, es que «Nos acerca a los lejanos y nos aleja de los cercanos», haciendo que perdamos muchos momentos porque solo estamos físicamente presentes. 

Miguel A. Terán
Psicología, Filosofía y Coaching

Twitter: @MiguelATeranO
 Foto ilustrativa extraída de la Web.











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