Artículo publicado en Los Tiempos Newspaper - Miami, Florida USA Mayo -Junio 2025
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Parece que los seres humanos siempre hemos buscado modelos y ejemplos, como guía a seguir para orientar el rumbo de nuestras vidas. Un modelo para seguir ayuda a formar la identidad y a definir un propósito en la vida, especialmente en los niños y jóvenes, porque ellos son las semillas de las mujeres y hombres del mañana.
Esos primeros modelos, generalmente, han sido nuestros padres, maestros y los adultos significativos, que nos rodean durante nuestro desarrollo y crecimiento. Más adelante copiamos modelos de nuestros amigos y compañeros de estudio, profesores y supervisores, cuando entramos al mundo laboral.
Uno de los problemas del modelo que seguimos, con la excepción tal vez de nuestros padres con quienes hemos convivido, es que generalmente conocemos solo una parte de ese modelo; en muchas oportunidades, quizá solo su estilo de vida y lo superficial, como un iceberg al cual únicamente podemos ver la punta. Sus tragedias internas, hábitos, tendencias y adicciones, van apareciendo por el camino.
El “modelo” mediático, creado por especialistas, es en realidad un pseudo o falso modelo, que nos es ofrecido y vendido como un modelo a seguir a través de los medios sociales y de comunicación. Es un hecho que las llamadas celebridades influyen en el comportamiento de muchos individuos, imponiendo patrones de conducta, consumo, estereotipos y apariencia, no siempre positivos.
Muchos individuos de “éxito” artístico, deportivo, profesional, financiero, empresarial, en redes sociales o de otro tipo, no han llegado a desarrollar ni el mínimo grado o nivel de conciencia acerca de su enorme responsabilidad social, desconocen el efecto de sus patrones de conducta, estereotipos, apariencia e imagen, en la distorsión de principios y valores, en aquellos que les siguen.
Algunos de esos modelos han encontrado atajos para sus logros, buscándolos a como dé lugar, a la mayor velocidad y con el mínimo esfuerzo, lo cual deja una pésima enseñanza en quienes les siguen.
Modelos fabricados que constituyen simples herramientas de una actividad lucrativa de negocios; por ello, son inconsistentes, en actitudes, palabras, acciones, conductas, y todo lo que hacen, apuntan hacia “algo” que ni los mismos modelos, que a su vez son víctimas de su propio personaje o “éxito”, tienen idea de donde les llevará su desacertado estilo de vida.
Muchos de estos “héroes”, que si bien es cierto podríamos admirar e idealizar en ellos algunas aptitudes artísticas, musicales, deportivas u otras, no siempre son buenos modelos para imitar. Es una realidad que para muchos individuos el problema de la vida no ha sido solo comenzar, sino saber cuándo y dónde detenerse, para no llevar una vida sin límites.
Parece que solo hace falta una campaña de mercadeo bien financiada, para lograr que alguien, con alguna particular “aptitud, habilidad o característica física”, haga adicionalmente algunas cosas extravagantes, y listo, ya surge un nuevo modelo o héroe a seguir. Desgraciadamente, las cosas no se quedan allí, porque esos individuos marcan tendencias en el vestir, en la música, en el lenguaje y en estilos de vida, impactando y afectando la vida de muchos.
Ante la ausencia de los modelos o héroes tradicionales niños, adolescentes, jóvenes y adultos, han salido en búsqueda de esos “modelos” o “héroes” detrás de un extraño muñequito de TV, un deportista, un artista, un cantante, un influenciador, un gurú, etcétera. El mercadeo fabrica héroes y modelos a diario, porque al éstos tener “pies de barro” caen pronto, ahogados en su propio lodo, pero ya uno nuevo está en el horno, porque el negocio debe continuar. Un modelo para seguir, con estas características, perjudica e incluso atrofia o desvirtúa el normal desarrollo de niños y adolescentes, y los resultados se harán visibles en los adultos de las nuevas generaciones.
El escritor argentino Jorge Luis Borges, uno de los más destacados escritores de la literatura del siglo XX, con la acostumbrada irreverencia de sus palabras, dijo una vez: “En mi tiempo no habían Best-Sellers y no podíamos prostituirnos. No había quien comprara nuestra prostitución”.
En su libro Los Siete Pecados Capitales expresa el filósofo español Fernando Savater que “La cultura hoy tiene sentido comercial e ingresa en los grupos que la consumen si es “nueva” […] Buda se desdibuja en anécdotas triviales, pero triunfa el gurú de turno que encanta a señoras y hombres que ven en sus palabras, aderezadas por el marketing una oportunidad para encontrar un nuevo camino en sus vidas o, por lo menos, algo para comentar con sus amigos”.
En la crianza, educación y formación de nuestros hijos no existen decisiones, ejemplos o acciones neutras, porque todo lo que hacemos o dejamos de hacer, los educa o los maleduca, los forma o los deforma. Es necesario evitar que nuestras mismas actitudes y conductas sean el ejemplo que «maleduque o deforme» a nuestros hijos. Entonces, seamos siempre el mejor ejemplo y no hará falta ser el mejor crítico.
No se trata de culpar solo a lo que ocurre en el mundo y permanecer pasivos, como víctimas de nuestras circunstancias. Se trata de que padres, maestros y supervisores, entiendan su importante y vital rol como modelos y ejemplo, para que ofrezcan alternativas de armonía, balance y equilibrio, en mentes, corazones y espíritu de sus hijos, alumnos o supervisados, de manera tal que éstos alcancen una vida interna radiante y nutritiva, evitando que busquen fuera de ellos a falsos ídolos, ilusiones y sueños.
Los verdaderos héroes de nuestras sociedades muchas veces son invisibles ante las miradas banales de la gente, aunque sus acciones y logros dejen positiva y eterna huella en personas y sociedades.
Este artículo fue escrito por el autor sin uso
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