jueves, 22 de mayo de 2025

¿A quién admiramos?- Miguel A. Terán

 

Artículo publicado en Los Tiempos Newspaper - Miami, Florida USA Mayo -Junio 2025

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Parece que los seres humanos siempre hemos buscado modelos y ejemplos, como guía a seguir para orientar el rumbo de nuestras vidas. Un modelo para seguir ayuda a formar la identidad y a definir un propósito en la vida, especialmente en los niños y jóvenes, porque ellos son las semillas de las mujeres y hombres del mañana.

Esos primeros modelos, generalmente, han sido nuestros padres, maestros y los adultos significativos, que nos rodean durante nuestro desarrollo y crecimiento. Más adelante copiamos modelos de nuestros amigos y compañeros de estudio, profesores y supervisores, cuando entramos al mundo laboral.


Uno de los problemas del modelo que seguimos, con la excepción tal vez de nuestros padres con quienes hemos convivido, es que generalmente conocemos solo una parte de ese modelo; en muchas oportunidades, quizá solo su estilo de vida y lo superficial, como un iceberg al cual únicamente podemos ver la punta. Sus tragedias internas, hábitos, tendencias y adicciones, van apareciendo por el camino. 

El “modelo” mediático, creado por especialistas, es en realidad un pseudo o falso modelo, que nos es ofrecido y vendido como un modelo a seguir a través de los medios sociales y de comunicación. Es un hecho que las llamadas celebridades influyen en el comportamiento de muchos individuos, imponiendo patrones de conducta, consumo, estereotipos y apariencia, no siempre positivos.

Muchos individuos de “éxito” artístico, deportivo, profesional, financiero, empresarial, en redes sociales o de otro tipo, no han llegado a desarrollar ni el mínimo grado o nivel de conciencia acerca de su enorme responsabilidad social, desconocen el efecto de sus patrones de conducta, estereotipos, apariencia e imagen, en la distorsión de principios y valores, en aquellos que les siguen.

Algunos de esos modelos han encontrado atajos para sus logros, buscándolos a como dé lugar, a la mayor velocidad y con el mínimo esfuerzo, lo cual deja una pésima enseñanza en quienes les siguen.

Modelos fabricados que constituyen simples herramientas de una actividad lucrativa de negocios; por ello, son inconsistentes, en actitudes, palabras, acciones, conductas, y todo lo que hacen, apuntan hacia “algo” que ni los mismos modelos, que a su vez son víctimas de su propio personaje o “éxito”, tienen idea de donde les llevará su desacertado estilo de vida. 

Muchos de estos “héroes”, que si bien es cierto podríamos admirar e idealizar en ellos algunas aptitudes artísticas, musicales, deportivas u otras, no siempre son buenos modelos para imitar. Es una realidad que para muchos individuos el problema de la vida no ha sido solo comenzar, sino saber cuándo y dónde detenerse, para no llevar una vida sin límites.

Parece que solo hace falta una campaña de mercadeo bien financiada, para lograr que alguien, con alguna particular “aptitud, habilidad o característica física”, haga adicionalmente algunas cosas extravagantes, y listo, ya surge un nuevo modelo o héroe a seguir. Desgraciadamente, las cosas no se quedan allí, porque esos individuos marcan tendencias en el vestir, en la música, en el lenguaje y en estilos de vida, impactando y afectando la vida de muchos. 

Ante la ausencia de los modelos o héroes tradicionales niños, adolescentes, jóvenes y adultos, han salido en búsqueda de esos “modelos” o “héroes” detrás de un extraño muñequito de TV, un deportista, un artista, un cantante, un influenciador, un gurú, etcétera. El mercadeo fabrica héroes y modelos a diario, porque al éstos tener “pies de barro” caen pronto, ahogados en su propio lodo, pero ya uno nuevo está en el horno, porque el negocio debe continuar. Un modelo para seguir, con estas características, perjudica e incluso atrofia o desvirtúa el normal desarrollo de niños y adolescentes, y los resultados se harán visibles en los adultos de las nuevas generaciones.

El escritor argentino Jorge Luis Borges, uno de los más destacados escritores de la literatura del siglo XX, con la acostumbrada irreverencia de sus palabras, dijo una vez: “En mi tiempo no habían Best-Sellers y no podíamos prostituirnos. No había quien comprara nuestra prostitución”.

En su libro Los Siete Pecados Capitales expresa el filósofo español Fernando Savater que “La cultura hoy tiene sentido comercial e ingresa en los grupos que la consumen si es “nueva” […] Buda se desdibuja en anécdotas triviales, pero triunfa el gurú de turno que encanta a señoras y hombres que ven en sus palabras, aderezadas por el marketing una oportunidad para encontrar un nuevo camino en sus vidas o, por lo menos, algo para comentar con sus amigos”.

En la crianza, educación y formación de nuestros hijos no existen decisiones, ejemplos o acciones neutras, porque todo lo que hacemos o dejamos de hacer, los educa o los maleduca, los forma o los deforma. Es necesario evitar que nuestras mismas actitudes y conductas sean el ejemplo que «maleduque o deforme» a nuestros hijos. Entonces, seamos siempre el mejor ejemplo y no hará falta ser el mejor crítico. 

No se trata de culpar solo a lo que ocurre en el mundo y permanecer pasivos, como víctimas de nuestras circunstancias. Se trata de que padres, maestros y supervisores, entiendan su importante y vital rol como modelos y ejemplo, para que ofrezcan alternativas de armonía, balance y equilibrio, en mentes, corazones y espíritu de sus hijos, alumnos o supervisados, de manera tal que éstos alcancen una vida interna radiante y nutritiva, evitando que busquen fuera de ellos a falsos ídolos, ilusiones y sueños.   

Los verdaderos héroes de nuestras sociedades muchas veces son invisibles ante las miradas banales de la gente, aunque sus acciones y logros dejen positiva y eterna huella en personas y sociedades. 

Este artículo fue escrito por el autor sin uso ni apoyo de Inteligencia Artificial (IA)

domingo, 27 de abril de 2025

La importancia de comparar con adecuado y amplio criterio - Miguel A. Terán

 Artículo Publicado en Los Tiempos Newspaper, Miami, Florida USA Abril- Mayo 2025

La palabra comparar refiere esa actividad o proceso de análisis de una cosa, persona, suceso, circunstancia, momento, etcétera, para establecer semejanzas o diferencias con otra. No obstante, comparar es una palabra de valor relativo, ya que por sí sola no es decisiva, debido a que requiere relacionarse con escoger o elegir, para tomar alguna opción entre las alternativas disponibles, y esa escogencia o elección es la razón real de comparar. En otras palabras, no podemos comparar contra nada, tenemos que comparar contra algo. Nuestras decisiones están basadas en comparaciones.




La razón básica de comparar es para escoger una persona, un producto o servicio, un punto de vista, una opinión, y todo lo que podamos comparar nos da argumentos para escoger. Sin embargo, el proceso de comparar para escoger es complejo, ya que requiere que tomemos una visión o perspectiva amplia y completa de lo que estamos comparando.

Escoger alguna alternativa significa eliminar otras, pero la calidad de la eliminación dependerá de la calidad del análisis y evaluación de los aspectos o elementos que estamos comparando. Muchas escogencias, elecciones y eliminaciones se soportan en creencias y paradigmas, que representan sesgos que alteran, impiden o distorsionan la posibilidad de realizar un proceso de comparación objetivo.

Es válido aclarar que la variedad de opciones para escoger es lo que nos ofrece alternativas. Sin embargo, no podemos engañarnos sintiendo que tenemos la libertad y muchas oportunidades de escoger entre “alternativas u opciones prefabricadas”. Por ejemplo, poder escoger entre treinta tipos de cigarrillos, en vez que, entre dos tipos, no significa que la real alternativa sea entre dejar o continuar con un vicio; sino, simplemente, escoger entre muchas alternativas la opción a la cual le permitiremos que nos enferme, y posiblemente nos lleve a tumba.


Las comparaciones siempre son incompletas, porque es imposible verificar todos los detalles y variables, para hacerlo de manera justa y equilibrada. Aunque, sin duda, esos sesgos en las creencias y paradigmas nos impiden reconocer muchos aspectos o elementos de importancia, vitales para realizar una adecuada escogencia. De hecho, muchas veces, simplemente cambiamos de persona, de objeto o de circunstancia, pero continuamos realizando similares escogencias. En otras palabras, podemos cambiar un monstruo por otro monstruo, porque simplemente comparamos y escogemos entre monstruos.

Es importante aclarar que para comparar con buen criterio debemos tomar una ubicación, un punto de vista, de referencia o perspectiva, desde el cual observamos, evaluamos y comparamos. Entonces, vale repetir, que las comparaciones siempre serán incompletas, sesgadas y hasta desvirtuadas, porque dependen de muchos aspectos y con seguridad solo conocemos y consideraremos unos pocos.

Para comparar equilibrada y sanamente debemos ver y escuchar, con amplitud y variedad. No podemos ampliar nuestro punto de vista ni perspectiva escuchando lo mismo, leyendo lo mismo y viendo lo mismo.  Un error común cometido por muchas personas es hacerse acompañar o rodearse de aquellos individuos quienes les dicen solo lo que desean escuchar.  Esté equivocado hábito terminará aislándoles de la realidad y confirmándoles solo su particular versión de esa realidad.  Cada persona y sociedad tienen su propia y particular historia, a través de la cual se han moldeado patrones de actitudes y conductas.   

Hay que reconocer que “Un martillo será considerado como muy bueno al martillar, pero será pésimamente evaluado si pretendiera utilizarlo como destornillador”. La educación escoge sobre “patrones estandarizados” previamente por el sistema, sin considerar individualidades en potenciales ni intereses, simplemente todos metidos en la misma canasta. Adicionalmente, muchas escogencias se hacen en automático, por hábitos, solo con la referencia de que así lo hemos hecho anteriormente o siempre. Algunas escogencias se heredan sin cuestionar.

Hasta al comparar manzanas con manzanas y peras con peras, cuando estamos de compras, lo hacemos solo desde la impresión visual; pero luego, en casa podremos verificar la realidad, expresada en su sabor, textura y darnos cuenta -con frustración- que tal vez se deterioran o pudren muy rápido. Entonces, la comparación inicial fue incorrecta, porque había muchos otros aspectos no verificables en el momento de la escogencia. No obstante, escoger la próxima vez desde la experiencia reflexionada y analizada, nos permitirá hacerlo mejor.

La comparación, en muchos casos, nos lleva a la tóxica crítica. Acostumbramos a criticar conductas y hechos, pero somos tan simples, que no criticamos las ideas que subyacen a esas conductas o hechos. Vemos lo superficial de algunas decisiones y acciones, y pasivamente las aceptamos, sin comprender su impacto y consecuencias a mediano y largo plazo. Hay mucha comparación que podríamos denominar “cosmética”, por su nivel de superficialidad. Por ello, actuamos más como criticones que como críticos, ya que una posición crítica requeriría amplitud y profundidad en la evaluación de las variables consideradas.

Comparar y escoger no debe siempre representar “vender el alma a lo escogido”, ya que lo escogido debe cumplir las expectativas que nos generó para que podamos ser consecuentes con la escogencia y repetirla. La opción de considerar otras alternativas, cuando las expectativas no se cumplen, debe ser siempre un derecho de todos, ya que “errar es de humanos” y “corregir es de sabios”.

Nuestros modelos de comparación deben ser amplios y estar continuamente en ajuste y cambio, ya que todo está en continuo cambio y no podemos comparar y escoger con obsolescencia de criterio ni de modelos. Nuestro éxito en la vida dependerá de las buenas y sabias comparaciones, escogencias y elecciones que hagamos de las alternativas y oportunidades que nos rodean. 

Este artículo fue escrito por el autor sin uso ni apoyo de Inteligencia Artificial (IA)

jueves, 10 de abril de 2025

¿Por qué es sano establecer límites en la crianza de nuestros hijos? - Miguel A. Terán

 

Artículo publicado en Los Tiempos Newspaper – Miami, FL. Marzo-Abril 2025

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La crianza de nuestros hijos es un proceso que se desarrolla durante casi un par de décadas, en las cuales nuestro reto como padres no es solo criar infantes, niños y adolescentes, sino «Crear los hombres y mujeres del mañana», esos individuos que necesitará el futuro y que podrán hacerse responsables de sus propios caminos.

Durante cada una de esas etapas de desarrollo de nuestros hijos, la práctica del “amor incondicional”, por parte de los padres, no es una estrategia adecuada de crianza; porque ello, significa una crianza sin sanos límites, restricciones ni condiciones.


Entonces, en realidad no se trata solo transitar esas décadas en un rol de proveedores, cubriendo sus necesidades básicas de vivienda, alimento y vestido. La crianza de nuestros hijos requiere mucho más, para cubrir las necesidades complejas, que les exigirá el transitar por la vida, tales como la formación en valores, el adecuado manejo de sus emociones, su independencia, la toma de decisiones y acciones, su capacidad para afrontar cambios y retos, su resiliencia, y otras más. Con ello, estaremos preparando individuos que transitarán por la vida siendo felices y dejando buena huella.

Es un hecho, que cada día nos brinda oportunidades para enseñar a nuestros hijos, más que todo con nuestro ejemplo, el cual debemos cuidar, para que les sea de utilidad.

Por el contrario, nuestra rápida respuesta al cumplimiento de sus caprichos y deseos irá construyendo individuos con ilimitados deseos, impacientes, que requieren de frecuente estimulación, de aburrimiento rápido y con escasa -o ninguna- capacidad de frustración. El resultado final son hijos inseguros, de poco compromiso, incapaces de tomar adecuadas decisiones y que no asumen las consecuencias de sus actos; y parecería contradictorio, porque con todo ese trato de reyes que reciben de nuestra parte, su autoestima es muy baja.

Los padres deben pautar con palabras, ejemplo y firmeza los límites a sus hijos, porque de ello dependerán los límites de los adultos del mañana. “Todo tiene sus límites”, decía Quinto Horacio el famoso poeta de la Antigua Roma.


Definir límites es vital para nuestra adecuada gestión en la función de padres. Enseñar tempranamente los límites hará más fácil el camino, tanto para ellos como para nosotros. Es importante tener presente, que el amor que sentimos por nuestros hijos no debe escapar de nuestra conciencia de los sanos y equilibrados límites, en todos los aspectos. No hacerlo nos llevará con el tiempo a sentirnos responsables y hasta culpables por sus errores y desaciertos, lo cual será una pesada carga que justificará seguir apoyándolos sin límites.

Ese individuo que estamos construyendo, podemos ir “moldeándolo” de manera acertada o equivocada, reforzando sus buenas conductas o perdonando o aplaudiendo conductas erróneas.  Lo cierto es que las conductas erróneas que estimulamos, aplaudimos o aquellas que cuando ocurren “volteamos nuestra mirada hacia el otro lado”, van pavimentando un futuro de baches, no muy prometedor para ellos.

Los padres de hoy han llegado a alabar patológicamente a sus hijos, hasta el punto de minimizar sus errores y defectos, mientras se maximiza cualquier ligera “virtud”, convenciéndose de tener hijos “perfectos”; por lo cual, parece que no es necesario corregirlos. Consideraremos que sus errores serán siempre culpa de algo o de alguien, nunca de ellos.

En algún momento, apenas en unas décadas, la crianza de los hijos dio un aparatoso vuelco, y los padres comenzaron a asumir muchas actividades y tareas que les pertenece o son responsabilidad de sus hijos. A diferencia del pasado, los padres de hoy día se involucran –tal vez- demasiado en la vida de sus hijos, especialmente en los ya adultos.

Todo este equivocado estilo de crianza ha contribuido a que los hijos retrasen indefinidamente -y patológicamente- su paso a la etapa adulta e independiente, con los padres girando alrededor de ellos y aún resolviéndoles todo o casi todo, mientras ellos permanecen sin límite de tiempo en la casa y/o “bajo las alas” de sus progenitores, donde la comodidad de tenerlo todo y las escasas exigencias motivan esta permanencia extrema, que retrasa todo su proceso de maduración como adultos. 

Salir de casa representa muchos retos y toma vigencia la vieja frase “Vive de tus padres hasta que puedas vivir de tus hijos”. No obstante, los padres debemos tener presente que los hijos son como los barcos, no fueron hechos para permanecer en el puerto. 

El amor y la lógica, del razonable equilibrio, con el cual fueron criadas las generaciones anteriores, fueron sustituidos por excesos de libertad y de límites, exceso de amor y escasa lógica, que ha llegado al extremo de evitar que a éstos les afecte las consecuencias de sus propias decisiones y acciones.

La adversidad, los contratiempos, los infortunios y otros elementos limitantes son parte de la dinámica de vida, y requeriremos manejarlos adecuadamente para aprender de ellos y poder vivir en armonía y equilibrio. Al querer dar a los hijos una vida sin obstáculos, criándoles en una burbuja, estaremos truncando su desarrollo, porque le cortaremos vivencias y experiencias necesarias para aprender y desarrollar los conocimientos, habilidades, fortalezas y el carácter que más adelante requerirán para crecer e independizarse. 

Una adecuada mezcla entre lógica y amor en la crianza constituye una efectiva fórmula, para preparar a nuestros hijos para el mañana, logrando que sean felices y vivan en paz, mientras contribuyen y aportan a un mejor mañana. Una sana fórmula de crianza es “No hacer por ellos, a ninguna edad, lo que ellos pueden y deben hacer por sí mismos”.   

Es vital tener presente que en la medida que pase el tiempo, y nuestro pequeño sea cada vez más grande, será más difícil y complicado establecerle límites a sus decisiones, deseos y conductas.

 

Este artículo fue escrito por el autor sin uso ni apoyo de Inteligencia Artificial (IA)

viernes, 28 de marzo de 2025

RECOMENDACIÓN DE PELICULAS: ADOLESCENCIA Y ATRAPADOS.

 

Estuve viendo dos miniseries disponibles en Netflix que consideré válido recomendarlas a mis amigos y lectores, especialmente para aquellos que tienen hijos adolescentes, o van en esa vía, aunque -en realidad- son interesantes para cualquier adulto que deseé reflexionar sobre la importancia del tema tratado.

Como ciudadanos es importante estar informados y tener conciencia de lo que ocurre en nuestras sociedades, porque estamos en una misma comunidad y todo lo que impacta a esa comunidad, positiva o negativamente, más temprano que tarde nos impactará a todos los que somos parte de la misma. 

Inclusive, en un mundo globalizado debemos reconocer que nos impacta todo lo que ocurre en ese mundo global. 

Una de estas recomendaciones es ADOLESCENCIA, de producción británica con 4 episodios.

La otra es ATRAPADOS de producción argentina con 6 episodios.

Y, quisiera complementar esta recomendación con un artículo que publique en mi Blog hace algún tiempo, pero cuyo tema está cada día más vigente. Para leerlo solo colocar en el buscador de internet:


En la medida que nuestro entorno continue cambiando, nosotros debemos ir conociendo y tomando conciencia de los cambios, preparándonos de mejor manera para cumplir efectivamente con nuestras responsabilidades, en diferentes aspectos de nuestra vida, pero especialmente cuando tenemos la responsabilidad de ser padres y tener a nuestros hijos aún bajo esa responsabilidad, ya que, en realidad, debemos tener presente que «No estamos solo criando hijos sino creando los hombres y mujeres del mañana».

martes, 18 de febrero de 2025

LA EXITOINA - FRASE DE EDUARDO GALEANO - LA IMPORTANCIA DE COMPRENDER EL ÉXITO

Expresaba el brillante periodista y escritor uruguayo Eduardo Galeano con respecto a la fama que: 

"La fama que salva a algunos de la miseria los hace prisioneros. La exitoina es una droga muchísimo más devastadora que la cocaína, aunque no la delatan los análisis de sangre ni de orina".

La exitoina que menciona Galeano es la droga que representa el éxito, cuando no hemos comprendido que un logro vital en nuestra vida es haberlo definido con anticipación; tal cual, debemos primeramente disponer de la información de una dirección antes de salir a buscar el referido lugar. Al no hacerlo de esa manera, podemos ir en busca del éxito en la ruta equivocada, no saber cuándo lo hemos alcanzado, y seguir buscándolo eternamente y sin rumbo cierto. 

Manejar con sabiduría el éxito, para hacerlo equilibrado y armónico, parece no ser una tarea fácil, ya que el éxito nos transforma en alguien que no conoceremos hasta que alcancemos el éxito, y el reto es no olvidar quién éramos y conservar nuestros valores de vida, para no apenarnos del ser en quien nos hemos transformado.

El autor y orador motivacional estadounidense Jim Rohn, nos recordaba que “La pregunta más importante que debemos hacernos en las diferentes etapas de nuestra vida, no es ¿Qué estoy consiguiendo?, sino ¿En qué me estoy convirtiendo?”. Cuando la respuesta a la segunda pregunta nos haga cuestionarnos o dudar, es momento de reconocer que perdimos o comenzamos a perder el rumbo.  


El psicólogo y autor español Bernabé Tierno, plantea que uno de los principales problemas de nuestro tiempo es que el éxito ha sido asociado únicamente a lo material, lograr una buena posición económica, prestigio, fama, riqueza y poder sin límite; aunque por siglos ha quedado demostrado que jamás el poder y las riquezas fueron causa directa y determinante de la felicidad humana. 

El verdadero éxito debe permitirnos adquirir conciencia de la importancia de decidir y dirigir nuestra propia existencia, sin permitir que otro nos imponga su criterio de éxito ni de lo que debemos hacer para ser felices. Tristemente, el resultado del verdadero éxito lo recogeremos en los últimos momentos de nuestra vida. 

La palabra «Rosebud» expresada en su lecho de Muerte por Charles Foster Kane, el magnate millonario de la prensa, personaje de la película de Orson Welles «Ciudadano Kane”, puede ser una válida referencia para referir el éxito al final de la vida, cuando no logramos armonizarlo durante el transcurrir de esa vida. En dicha película el personaje del periodista Jerry Thompson investiga profundamente sobre la vida privada de Kane, con el objetivo de descubrir qué significaba esa última palabra al morir.

Kane tuvo una niñez de pobreza, pero, la vida dio vueltas y terminó con una gigantesca fortuna, pero el final de su vida esta transcurre en la soledad de una enorme finca de su propiedad, acompañado únicamente del personal que trabajaba allí.  Al final de la película, se revela que Rosebud es el nombre del trineo que Kane tuvo cuando era un niño, parece que, entre tanta riqueza, abundancia de obras de arte, joyas, muebles y propiedades, su mejor recuerdo fue el trineo que tuvo cuando era un niño pobre. 


El auténtico fin de todos los seres humanos en la vida es ser felices, para lo cual debemos equilibrar sabiamente trabajo, familia, ingresos, tiempo, necesidades y deseos, junto al crecimiento personal integral – mente, corazón y espíritu -, conservar una buena salud, luchar por la paz en todos los sentidos y ser útiles a la sociedad en la cual vivimos. La idea es dejar para las generaciones venideras un mundo mejor del que encontramos cuando llegamos. 

Nota: Referencia de la película "Ciudadano Kane" tomada de Wikipedia