Pretendemos que los demás bailen al son que nosotros tocamos.
Miguel A. Terán
En el diccionario la palabra “son” es definida
como un sonido agradable producido artísticamente. Aunque no necesariamente la
descripción “agradable y artístico” aplicará siempre a todo tipo de “son”,
algunos ni lo uno ni lo otro. La expresión original de este refrán o
dicho popular expresa “Bailar al son que toquen” haciendo referencia a la otra
perspectiva, la del bailarín, no la del músico.
En esa perspectiva del bailarín el refrán
significaría adaptarse, manipulando de alguna manera emociones, valores, hechos
o situaciones, para sacar el “mejor provecho” al momento. Una actitud que
podría intentar justificarse de variadas formas, con el riesgo convertirse en
resignación, y hacerse peligrosamente pasiva y -en algunos casos- hasta
“camaleónica”, pero no necesariamente la estará pasando bien.
Por lo contrario, que los demás bailen al son que
les tocan, hace referencia a la expectativa del músico, quien ejecutaría su
melodía, esperando que éstos bailen, preferiblemente a gusto. En este
aspecto, es un hecho, que muchos individuos solo se siente bien y confortables,
cuando son ellos los que “imponen el ritmo”, sin importar las necesidades,
intereses, prioridades o expectativas de los demás.
Tanto la posición del músico como la del bailarín,
parten de premisas e inferencias equivocadas: “Hago lo que me interesa o
provoca” (músico) y “Me adapto, para sacar provecho o sobrevivir”
(Bailarín). Ninguna es saludable para una efectiva relación a mediano o
largo plazo, porque funcionan con criterios de imposición por un lado y de
sumisión por el otro, la primera puede convertirnos en autócratas; y la
segunda, convertirnos en esclavos o conformistas.
Esa actitud pasiva puede llevar al bailarín a
aceptar todo tipo de música, y se hace notoria en temas de pareja, familiares,
sociales, laborales, políticos y más, aunque en algún momento colapsarán. En
procesos políticos –como en cualquiera otro, quienes pretenden mantener una
posición pasiva terminaran asumiendo las consecuencias y “bailando al son que
otros toquen”.
Pero desde la otra perspectiva, la actitud activa
-la del músico- puede llegar al abuso. En todo caso, la ignorancia, de un lado
y del otro, juega un rol importante en esas actitudes y conductas, en
quienes pretenden tanto dominar como en los que permiten ser dominados; hasta
que algo pasa, las cosas cambian y las consecuencias se hacen impredecibles.
De ninguna manera podemos transitar por la vida
esperando que alguien piense, decida y actúe por nosotros. Ni es válido que
alguien pretenda pensar, decidir y actuar por nosotros. Muchas veces copiamos
patrones culturales, en lo personal o en lo social, que no nos benefician
para nada, porque tiene otras reglas que han sido resultado de un particular
proceso evolutivo de otras personas o pueblos. Cada quien con su “son”.
Muchos individuos pretenden que los demás hagan lo
que ellos desean o quieren, inventando manipulaciones y presiones de todo tipo
para lograrlo, pero siempre habrá otros que lo aceptan pasiva y resignadamente.
Uno existe por la presencia del otro, pero en el largo plazo los dos son
perdedores.
09 de Octubre de 2015.
Miguel A. Terán
Psicología, filosofía y coaching.
Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE
(Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.
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