Podemos tapar el sol con un dedo, pero eso no
significa que dejó de brillar.
Miguel A. Terán
En estos tiempos de urgencias, brincos y carreras
todo gira alrededor del corto plazo, en resolver algo lo antes posible, sin
considerar que en ese exceso de corto plazo extraviamos la perspectiva del
resultado o la solución a largo plazo. A las importancias las destruyen
las urgencias y las urgencias dejan mal parado al futuro. Lo que hacemos todos
los días es nuestra prioridad, aunque no lo sepamos.
Pasamos los días pensando,
decidiendo y actuando para resolver, sin considerar como conduciremos el tema
de allí en adelante, porque es un hecho que resolver algo puntual, temporal o
de manera parcial, no necesariamente significa resolverlo ni manejarlo de
manera definitiva en el tiempo.
La mayor parte de las veces
esas famosas soluciones temporales están dirigidas, como he comentado en
escritos anteriores, a resolver los síntomas del problema, pero de
ninguna manera han considerado las diferentes variables involucradas, ni la
interacción de éstas ni mucho menos las necesidades que han generado el problema.
Pretendemos encontrar soluciones unidimensionales, en procesos
multidimensionales. Ello es imposible porque deben considerarse las diferentes
variables involucradas, su interacción y su evolución.
Nos convencemos que una vez
superemos lo que consideramos el problema, ocurrirá que el entorno, las
circunstancias y las relaciones volverán a la normalidad. Así lo planteamos
desde temas personales, de salud, de pareja, familiares, laborales y sociales.
Suponemos que todo volverá a su punto original, pero lo cierto es, que nada más
alejado de la realidad. En muchos casos, el daño ha hecho metástasis en muchos
componentes del sistema y sus efectos son residuales.
Es necesario reconocer que
cambios profundos en el entorno, las circunstancias y las relaciones que vivimos,
exigirán cambios adaptativos de nuestra parte, como única manera de superar el
problema o cuando menos para sobrevivir. Luego de ocurridos esos procesos,
considerar que no hemos cambiando y que volveremos a ser los mismos, no
es ni siquiera una mentira, es una demostración de ignorancia de la naturaleza
humana. Muchos cambios se consolidan, para bien o para mal, convirtiéndose en
epidémicos y cambiando el perfil de individuos y la dinámica de las relaciones
entre éstos.
Entender que muchos de esos cambios
pueden ser irreversibles, una vez superada la situación de crisis, dependiendo
de sus características, su profundidad y su duración, éstos pasarán a ser parte
de nuestro ADN personal y colectivo. Es imposible pensar en cambios
culturales y suponer que los miembros de una comunidad sean impermeables a
dichos cambios.
No es factible simplificar al
extremo de decretar un “Borrón y cuenta nueva”. La universalidad de
nuestra verdad nos lleva por la vida y el mundo viendo todo a nuestra manera,
pero el sol sigue brillando aunque lo tapemos con el dedo. Plantear consideraciones
realistas acerca de la evolución del cambio, su impacto y consecuencias a largo
plazo, en individuos y sociedades, pueden ser consideradas herejías por voces y
pensamientos conservadores y radicales.
Algunas veces nos movemos en
un círculo de individuos que comparten nuestros propios mapas y paradigmas, y
en ese hábitat nos sentimos seguros al oír solo lo que queremos
escuchar. Nos hacemos preguntas sesgadas o incompletas, hasta los límites de
nuestros propios paradigmas y prejuicios, para respondernos de igual manera. Pero
la verdad transita por otros caminos.
14 de Octubre de 2015.
Miguel A. Terán
Psicología, filosofía y
coaching.
Blog: www. miguelterancoach.blogspot.com
Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la
web
Referencias: Tomadas de
Wikipedia + RAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.
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