¿Cuánto tiempo ahorramos viviendo siempre de
prisa?
Miguel A. Terán
He llegado a concluir que la gente hace locuras
para ahorrar tiempo, más como un acto reflejo que como un acto consciente. Esta
conclusión me permite seguir considerando que las personas son inteligentes,
pero que el ritmo de vida las desenfoca, haciéndoles perder contacto con las
circunstancias y el ambiente.
Esta conclusión me ha servido de justificación,
para tratar de explicar –a mí mismo- la razón, por la cual alguien puede
“decidir” quedar con su vehículo atravesado en un cruce o intersección de vías,
cuando adelante no había espacio para avanzar y, por ello, impide el paso
y circulación de otros conductores y peatones.
Creo que sería un ejercicio válido considerar
cuánto tiempo podríamos ahorrarnos en un día, gracias a esos brotes
enloquecedores de prisa que nos llevan a intentar cruzar una luz de tránsito en
amarillo, para quedar atravesados en un cruce de vías –como ya referimos- ,
montarnos en un ascensor repleto de personas, no esperar el próximo vagón
del metro o del tren, y otros similares que hacemos a diario.
Con toda seguridad ahorraríamos solo algunos
minutos insignificantes, que no harán diferencia alguna en nuestra vida ni en
nuestros logros. Mayor efecto haría levantarnos 10 minutos antes, para evitar
tanta carrera sin sentido, tratando de recuperar –durante todo el día- esos
diez minutos que dormimos de más.
“Entramos-saliendo”, porque es cierto que
físicamente entramos a cualquier lugar, pero mentalmente estamos saliendo de
inmediato. La tecnología vende velocidad, por lo cual nos desesperamos
–literalmente- por nanosegundos de espera para que abra un programa o
aplicación en la computadora.
La cultura de la velocidad y la urgencia, nos ha
programado de manera tal que todo lo que represente no estar haciendo nada, es
considerado vagancia o tiempo perdido. Unos minutos de reflexión, de mirar al
techo, de disfrutar un café, atentan contra la cultura de estos tiempos. Comer
para muchos es una actividad puramente fisiológica, pero no un disfrute.
Al final del día no ahorramos nada de tiempo, solo
logramos quedar más agotados con el estrés que produce este estilo de
auto-presionada vida, dejamos de disfrutar momentos, crecemos en problemas y
así pasamos la vida cuando hacemos de ella una permanente carrera.
08 de Octubre de 2015.
Miguel A. Terán
Psicología, filosofía y coaching.
Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la
web
Referencias: Tomadas de
Wikipedia + RAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.
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