El Pensamiento del Día (Lunes 24 de Febrero de 2014)
“He cometido el peor pecado que uno puede cometer. No he sido feliz”.
Jorge Luis Borges (1899-1986). Escritor argentino
“He cometido el peor pecado que uno puede cometer. No he sido feliz”.
Jorge Luis Borges (1899-1986). Escritor argentino
REFLEXIÓN: La vida se nos va buscando ser felices,
pero nos quedamos solo esforzándonos e intentando llegar a serlo, en muchos
casos, sin éxito. La triste declaración expresada por un personaje de las
dimensiones de Borges, quien recogió por su esfuerzo e inteligencia múltiples
reconocimientos, fama y fortuna, es contradictoria.
Se supone que debió estar siempre acompañado de la
felicidad, pero parece que no fue así, que la misma le fue esquiva.
Inexplicable, pero cierto. Tal vez sucedió en él lo expresado por el escritor
estadounidense Henry Van Dyke, quien aseguraba que la felicidad es interior, no
exterior; por lo tanto, no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos.
Quizá se demuestra con ejemplos como el de Borges,
la realidad de las palabras del filósofo británico John Locke, quien reconocía
que nos olvidamos siempre que la felicidad humana es una disposición de la
mente y no una condición de las circunstancias.
Por su parte, el filósofo, matemático y escritor
británico Bertrand Russell nos indicaba que carecer de algunas de las cosas que
uno desea es condición indispensable de la felicidad. Entonces, podría ser
posible que tenerlo todo no es la respuesta para ser felices.
La actitud adecuada parece ser no desaprovechar
ninguna oportunidad para ser felices, porque siempre esperamos el momento de
felicidad suprema, que tal vez nunca llega y, en tal espera, perdemos o se nos
escapan los pequeños momentos de felicidad. Parece ser que la felicidad, como
dicen, no consiste en llegar, sino disfrutar del trayecto.
“Nadie es feliz, a menos que crea serlo”, fueron
palabras del poeta romano Publio Sirio, quien vivió antes de la era Cristiana.
Entonces, ser felices parece ser una decisión personal que no podemos ni
debemos delegar en otros.
Miguel A. Terán
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